Marcos León

Primero lo primero...
Quiero comenzar hablandoles desde el corazón a quienes han recurrido a la fecundación in vitro (FIV). Muchas veces, la decisión se toma con el corazón cargado de esperanza y dolor, y sin conocer la verdad completa sobre lo que ocurre en el laboratorio. El sufrimiento por no poder concebir es real, y no es mi intención condenar a quienes, por desconocimiento o por mal asesoramiento, han seguido ese camino, pero precisamente porque muchos no sabían lo que hacían, hoy es necesario hablar con claridad.
LO QUE NO SE DICE DE LA FERTILIZACIÓN IN VITRO
CÓMO ES REALMENTE EL PROCEDIMIENTO?
En la Fecundación in Vitro, la mujer primero debe pasar por un proceso llamado estimulación ovárica controlada. Este consiste en la aplicación de inyecciones hormonales durante días para que los ovarios produzcan muchos óvulos en un mismo ciclo, algo que no ocurre de forma natural. Este tratamiento no está exento de riesgos.
Cuando los folículos ováricos han crecido lo suficiente, se realiza una punción ovárica bajo anestesia para extraer todos los óvulos.
En paralelo, el hombre debe entregar una muestra de semen, lo cual, se obtiene generalmente mediante masturbación en un espacio privado de la clínica.
Luego, en el laboratorio, los óvulos y espermatozoides se unen para formar embriones. Y aquí comienza lo más grave:
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Se crean más embriones de los que se transferirán.
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Se seleccionan los que cumplen con criterios de “calidad”.
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Los demás son descartados o congelados por tiempo indefinido.
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Si se implantan varios y “sobran” en el útero, se eliminan mediante reducción embrionaria.
A esto se llama selección embrionaria, pero la verdad es que es aborto selectivo.
LA GENTE DEBE SABER
La gente debe saber que un hijo no es un proyecto técnico ni un producto de masturbación más laboratorio. Aunque algunos digan que “la tecnología ayuda a la obra de Dios”, en este caso la tecnología toma decisiones que pertenecen solo a Dios.
No decide quién vivirá —porque la continuidad de la vida no depende de ellos—, pero sí decide quién morirá, al determinar qué hijos serán descartados por no cumplir con criterios de “calidad” o “viabilidad”.
La gente debe saber que, detrás de los discursos de “igualdad” y “derechos reproductivos”, la FIV implica que muchos hijos concebidos nunca llegarán a nacer.
PORQUE EL PRONARA ES INACEPTABLE
El proyecto de ley PRONARA no busca regular ni restringir las prácticas de fecundación in vitro y demás técnicas que implican aborto selectivo: pretende financiarlas con dinero público. Esto colocaría al Estado paraguayo como ejecutor institucional de aborto selectivo, en abierta contradicción con:
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Artículo 4 de la Constitución Nacional: protege la vida desde la concepción.
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Código Civil: reconoce que la persona humana existe desde la concepción.
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Código Penal: castiga el aborto como un crimen.
Si la destrucción de embriones en un laboratorio es aborto selectivo, entonces es exactamente el mismo delito que el aborto practicado en un quirófano.
LASTIMOSAMENTE NI SIQUIERA ES CLANDESTINA, SINO PROMOVIDA
En Paraguay, estas prácticas no se esconden: se ofrecen abiertamente en clínicas privadas, con publicidad y promesas de éxito, sin control real sobre cuántos embriones se crean, cuántos se descartan ni cuál es su destino final. Sin embargo en la práctica lo que más producen son "cunas vacias" y "corazones destrozados"
El PRONARA, lejos de establecer límites o proteger a los concebidos, otorgaría aval legal y recursos para expandir esta industria que selecciona y descarta vidas humanas según criterios técnicos.
DEBE SER PROHIBIDO, NO FINANCIADO
Legalizar y financiar estas técnicas es legalizar el aborto selectivo bajo otro nombre.
En un país que protege la vida desde la concepción, estas prácticas no deben ser toleradas, sino expresamente prohibidas y penalizadas como el crimen del aborto.
El deber del Estado no es convertirse en socio de la industria que aquellos que creen decideir quién vive y y deciden quién muere, sino defender a todo ser humano concebido, sin importar el lugar o la forma en que haya comenzado su existencia.
PRIORIDADES TORCIDAS
Mientras nuestros hospitales carecen de insumos básicos, mientras hay madres que no reciben atención prenatal y niños que mueren por falta de medicamentos, este proyecto destinaría fondos públicos a financiar técnicas que implican eliminar vidas humanas. No es justicia social: es una ofensa al sentido común y a la dignidad de la persona.
CONCLUSIÓN
El PRONARA no es un avance en derechos; es la legitimación de una aberración: la producción deliberada de seres humanos en vidrio, fuera del seno materno, como si fueran objetos fabricables.
El hijo debe ser siempre el fruto de un acto de amor entre personas, no el resultado de un procedimiento técnico manipulado por terceros. Convertir el origen de la vida humana en un experimento de laboratorio no solo reduce al hijo a un “producto”, sino que lo priva, desde su primer instante, del contexto de acogida y comunión que le es debido por su dignidad.
Aun cuando ninguno de esos embriones fuera descartado, el solo hecho de crear personas humanas como material biológico manipulable viola su condición de sujetos de derechos.
Y en la práctica, estos procesos incluyen la selección de “viables” y el descarte de los “no óptimos”, lo que configura un aborto selectivo con bata blanca y lenguaje técnico.
En un país que protege la vida desde la concepción, el Estado no puede financiar, promover ni legitimar estas prácticas. Debe prohibirlas expresamente y sancionarlas como el crimen del aborto, porque decidir quién muere es tan grave como decidir cómo y dónde se “fabricará” a un ser humano.
Rechazar el PRONARA no es oponerse a la ciencia, es oponerse a la cosificación del hijo y a la degradación del acto de dar vida. Cada hijo merece ser concebido como persona amada, no como producto de laboratorio.