Marcos León
¡LA EXCUSA ES LA TUMBA DE LAS MUCHAS VOCACIONES. HOY ES HORA QUE RESUCITEMOS LA NUESTRA!
La pregunta inicial es... ¿Qué le estás diciendo a Dios?
— “Soy muy joven” — dijo Jeremías.
— “No sé hablar” — dijo Moisés.
— “¿Quién soy yo para liberar a Israel?” — dijo Gedeón.
— “Soy un pecador” — dijo Pedro.
— “No los conozco, no sé de qué hablás” — dijo el mismo Pedro, tres veces.
— “¿De Nazaret puede salir algo bueno?” — dijo Natanael.
— “Soy un perseguidor de cristianos” — pudo haber dicho Pablo.
Y sin embargo… Dios los miró a los ojos del alma y les dijo:
“YO ESTARÉ CONTIGO”
¡Y lo mismo hace con nosotros hoy! Pero esto no termina aquí... También, grandes Santos pusieron excusas…
— San Agustín: “Todavía no, Señor… después me convierto”.
— Santa Teresa de Ávila: “Señor, entre tantos caminos... ¿cómo saber cuál es el tuyo?”
— San Ignacio de Loyola: “Yo servía a reyes… ¿y ahora a quién?”
— San Francisco de Asís: “No soy nada… ¿cómo voy a reconstruir tu Iglesia?”
Pero... En el momento clave, eligieron... NO QUEDARSE CON LA EXCUSA... SINO DAR EL SALTO
La excusa es como una cadena suave... Al principio parece protegernos… pero después nos inmoviliza...
Y la verdad es que:
Dios no necesita nuestra elocuencia, o nuestra experiencia, nuestra fuerza, o nuestro pasado limpio...
Solo necesita una cosa: QUE ESTEMOS DISPUESTOS...
Recordemos cuando Moises fue llamado y DIOS se presentó en una zarza ardiente...
Hoy! Hoy! Hoy! Es el momento es día de quemar las excusas en la zarza ardiente del llamado...
Si te animás... Tomate 5 minutos, nombrá tu excusa, escribila, y con decisión rezá en voz alta:
“Señor, he escondido mi miedo detrás de esta excusa. Hoy la rompo.
No soy digno, pero estoy dispuesto. No soy sabio, pero te escucho.
No soy fuerte, pero estoy contigo. Aquí estoy, envíame a mí.”