Marcos León
Lo que hoy vemos en torno al debate de la fecundación in vitro en Paraguay es una manipulación sistemática y vergonzosa. Algunos médicos ligados al negocio de la FIV y periodistas parcialistas y conocidos por evidente sesgo antirreligioso han protagonizado una triste y bochornosa entrevista, distorsionando la verdad para proteger sus intereses.
Primero, quieren instalar la farsa de que en la audiencia pública aquí se habló desde una supuesta “bioética confesional católica”. Eso es absolutamente falso. En la audiencia pública se expuso desde la bioética personalista (y los especialistas lo dijeron con claridad), una corriente académica reconocida que coloca a la persona humana como el centro de toda acción médica y ética. Pero precisamente por eso no les conviene: porque la bioética personalista desnuda y demuestra lo horrible de su negocio, al reconocer que el embrión es persona y, por tanto, no puede ser descartado, congelado ni manipulado como mercancía.
La mentira más grande que han difundido es que quienes defendemos la vida hablamos despectivamente de las personas concebidas por FIV como si fueran “experimentos humanos” y como si quitaramos el valor a su vida por haber sido concebidos así. Esa es otra manipulación miserable. La verdad es la contraria: en la audiencia se afirmó con claridad que toda persona concebida en FIV —los que nacieron, los que han sido congelados por los médicos, los que fueron descartados, incluso aquellos que algunos pretenden usar para experimentos— tienen una dignidad única e invaluable, tanto como la tuya o la mía. Hasta eso lo distorsionan con saña. Pero todo el mundo ya se da cuenta de que no es más que un recurso'i, gastado, que los paraguayos reconocemos en este tipo de periodistas: su odio a la verdad.
Y hay que decirlo sin rodeos:
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La FIV es aborto selectivo y debe ser prohibido. Se generan varios embriones y se elige de antemano cuáles vivirán y cuáles morirán. Es la muerte planificada de seres humanos en estado embrionario. Viola el Art. 4 de la Constitución Nacional.
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La FIV es eugenesia aplicada. Se selecciona a los “más aptos” y se descarta al resto, como si la vida humana se midiera por criterios de utilidad.
Por eso, la FIV debe ser prohibida en Paraguay. No es progreso, no es ciencia verdadera, no es medicina. Es la transformación del dolor de las familias en negocio, y de la vida de los hijos en mercancía.
Por otro lado, es importantísimo comunicar, y debe quedar claro que La Doctrina Católica enseña sin ambigüedad que la vida humana debe ser respetada desde la concepción, y por eso la fecundación in vitro constituye un pecado mortal: porque produce seres humanos para luego descartarlos o congelarlos, separa la procreación del acto conyugal y atenta directamente contra la dignidad de la persona. Quienes la practican, quienes la promueven y quienes la ejecutan son responsables de un atentado gravísimo contra la vida, que no es un avance médico sino aborto selectivo y eugenesia aplicada, y por ello debe ser prohibida.
Los médicos que viven de este negocio y los periodistas que lo encubren deben saberlo: ya no engañan a nadie. La manipulación tiene patas cortas.
El pueblo paraguayo reconoce quién defiende la verdad y quién se mueve por intereses.